La pieza de la Capilla se desarrolla alrededor del estudio y manipulación de un "pliegue-caja", tensionado focalmente. Se sitúa en lo alto de una ligera loma, convirtiéndose en punto de referencia en el paisaje que se domina desde el acceso a la finca -a una cota más baja y a dos kilómetros de distancia-, mostrando distintas visiones desde todo el recorrido. Al llegar a la zona de residencia contigua se rodea la Capilla, convirtiéndose ésta en pieza de giro del acceso. La Capilla se orienta, con un ligero desplazamiento, según el eje Oeste-Este. La entrada se realiza en ascenso por la fachada Oeste, hasta llegar, ya interiormente, al punto focal, en frontalidad no simétrica. En este intervalo de recorrido la escala variable del pliegue hace que el volumen, aunque compacto en un cierto momento, se rompa ofreciendo una sucesión de espacios cerrado-compacto, abierto-fragmentado, en constante cambio de tiempos.
La capilla está pensada desnuda, sin luz artificial, como un lugar en donde la relación espacial exterior-interior determina su atención, su sentido: solamente una cruz y una imagen en el punto focal refuerzan los aspectos simbólicos que conlleva el proyecto. Al plantear un pliegue en la caja -en la "boite" lecorbusierana- surge un único material: hormigón dorado, capaz de capturar todos los matices exigidos al volumen: desde atrapar la luz directa, que irrumpe como un plano más en la composición del espacio, hasta transmitir el aroma inestable y coloreado del alba. La luz se somete así al papel de un segundo material de la Capilla: un material, en contraposición al hormigón, frágil, cambiante, móvil e inestable, que domina o se desvanece.
Fuente: arqa.com
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