Debo reconocer que no estoy familiarizado con la obra del arquitecto suizo Peter Zumthor, pero al hacer una rápida búsqueda en internet reconocí varios de sus proyectos, y confieso que me da gusto sobre todo por un hecho: no hace arquitectura espectacular.
En este época en que los proyectos impresionante son los que marcan la pauta, da gusto que este año se le otorgue el reconocimiento más importe de la arquitectura a alguien que hace una arquitectura más modesta y honesta, una arquitectura que apela más a la humanidad del usuario que a su capacidad de asombro, una arquitectura en la que el reconocimiento es una consecuencia que festeja y valida su aporte y no una excusa para la parafernalia tecnológica y la estridencia formal.
Detrás de este reconocimiento hay un mensaje de esperanza para aquellos que pensamos que la arquitectura no es solo lo que vemos en Discovery Channel, y una oportunidad para adentrarnos a la obra de un arquitecto diferente, aprovechémosla, y ojalá que en el futuro nombres de arquitectos como Zumthor sean tan mencionados en las aulas como los de Calatrava, Norman Foster ó Zaha Hadid.
En este época en que los proyectos impresionante son los que marcan la pauta, da gusto que este año se le otorgue el reconocimiento más importe de la arquitectura a alguien que hace una arquitectura más modesta y honesta, una arquitectura que apela más a la humanidad del usuario que a su capacidad de asombro, una arquitectura en la que el reconocimiento es una consecuencia que festeja y valida su aporte y no una excusa para la parafernalia tecnológica y la estridencia formal.
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