Con un cartel que es más que elocuente se anuncia la nueva obra de Oren Safdie, hijo del reconocido arquitecto Moshe Safdie.
La obra es una crítica al fenómeno detonado sin querer por el Guggenheim de Ghery, proyecto que a la par que revitalizó y dió nueva vida a la ciudad de Bilbao, España, marcó el inicio de una tendencia en que las ciudades, queriendo emular el éxito de Bilbao, dieron carta abierta a los arquitectos para el desarrollo de proyectos cada vez más audaces, y en algunos casos cuestionables, con el fin único de llamar la atención y volverse un atractivo turístico.
Como si esto no fuera suficientemente interesante, resulta que esta obra es la a segunda parte de una trilogía enfocada en la arquitectura contemporánea. La primera parte se llamó Private Jokes, Public Places, y fue un éxito en el 2003.
The Bilbao Effect, explora si la arquitectura se ha vuelto más un arte que una profesión, y hasta que punto la ética de uno viola los principios del otro. Seguramente esta obra no llegará a México, y mucho menos a Mérida, pero no por eso deja de ser alentador el saber que este tipo de expresiones se dan en otras partes del mundo.
La obra es una crítica al fenómeno detonado sin querer por el Guggenheim de Ghery, proyecto que a la par que revitalizó y dió nueva vida a la ciudad de Bilbao, España, marcó el inicio de una tendencia en que las ciudades, queriendo emular el éxito de Bilbao, dieron carta abierta a los arquitectos para el desarrollo de proyectos cada vez más audaces, y en algunos casos cuestionables, con el fin único de llamar la atención y volverse un atractivo turístico.
Como si esto no fuera suficientemente interesante, resulta que esta obra es la a segunda parte de una trilogía enfocada en la arquitectura contemporánea. La primera parte se llamó Private Jokes, Public Places, y fue un éxito en el 2003.
The Bilbao Effect, explora si la arquitectura se ha vuelto más un arte que una profesión, y hasta que punto la ética de uno viola los principios del otro. Seguramente esta obra no llegará a México, y mucho menos a Mérida, pero no por eso deja de ser alentador el saber que este tipo de expresiones se dan en otras partes del mundo.
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