Los arquitectos diseñamos espacios, y estos tienen dimensiones, iluminación, color, temperatura, textura e incluso olores, algo que olvidamos frecuentemente. La herencia funcionalista que impera en la formación de los arquitectos de la actualidad muchas veces hace que nos enfoquemos más en satisfacer las necesidades de superficie en metros cuadros de nuestros usuarios, y dejamos de lado la calidad de los espacios que creamos para ellos, un error tristemente muy común.
Proyectos como este, son un claro ejemplo de lo que se puede lograr cuando se apuesta los materiales como principal proveedor de carácter de un espacio. El claro constraste entre los elementos de madera, presentada de manera rústica, con la veta expuesta, y los tornillos a la vista, y el acabado liso en color blanco de los muros y el resto de los muebles, y los tonos oscuros del piso, son suficientes para generar un ambiente sencillo, pero muy contemporáneo y cálido a la vez, a pesar de la influencia minimalista que se nota al ver las imágenes.
Proyectos como este, son un claro ejemplo de lo que se puede lograr cuando se apuesta los materiales como principal proveedor de carácter de un espacio. El claro constraste entre los elementos de madera, presentada de manera rústica, con la veta expuesta, y los tornillos a la vista, y el acabado liso en color blanco de los muros y el resto de los muebles, y los tonos oscuros del piso, son suficientes para generar un ambiente sencillo, pero muy contemporáneo y cálido a la vez, a pesar de la influencia minimalista que se nota al ver las imágenes.
Otros materiales como tabiques, acentúan el contraste entre lo rústico y lo moderno, y hacen de este proyecto un excelente ejemplo en que los interiores logran dotar al espacio de una calidad muy particular, interiores que siguen la pauta marcada por los materiales elegidos como contenedores del espacio (soportes, plafones y muros) desde el momento de la concepción del proyecto.
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