

El hotel está situado en la localidad de Elciego, en la provincia norteña de Álava, cuenta con 43 habitaciones con lujos como equipos de música, baños de mármol, televisión con pantalla de LCD y conexión a Internet de banda ancha, y tiene 35 metros de altura, uno menos que la iglesia del pueblo, según Gehry para no "eclipsar" con su obra la vista de la localidad.
El hotel se destaca desde el mismo momento que se llega al pueblo de Elciego, y llama la atención el marcado contraste entre la arquitectura ultra moderna de Gehry y la edificación de la bodega de vinos construida en el más tradicional estilo de bodega riojana. El proyecto consta de dos edificios, el primero de ellos dedicado principalmente a servicios y administración, y el segundo, dedicado a las habitaciones. A este segundo edificio se llega atravesando un puente en forma de túnel techado por cubiertas ondulantes de uno de los materiales favoritos de Gehry, placas de titanio -más de mil 800 metros cuadrados coloreados e importados de Japón- en este caso en colores por demás simbólicos, y por primera vez distintos a la usual paleta de grises del arquitecto canadiense: rosa (vino tinto), oro (la malla que cubre la botella) y plata (la cápsula del tapón).

“He querido diseñar algo excitante, de fiesta, porque el vino es placer”, señaló Frank Gehry en la rueda de prensa posterior a la ceremonia inaugural, donde también reconoció que, como todos los edificios de formas vanguardistas, “al principio parece un poco raro, pero luego se consolidan en las mentes; el edificio necesita su tiempo”.
Desde su presentación, el proyecto ha capturado la atención de la escena arquitectónica internacional, pues según los críticos, el lenguaje utilizado por Gehry en este proyecto es aún más avanzado que el empleado en el Guggenheim de Bilbao.
Hay quienes opinan que Gehry se ha estancado y ha convertido su estilo en una especie de franquicia, lo cual también tiene su mérito, hay que decirlo, pero creo que solo el tiempo dirá si estos cada vez más audaces -y caros- edificios de Gehry tendrán una trascendencia real, o serán vistos en el futuro como extravagantes "vedetismos" arquitectónicos sin sentido. Hay que reconocerle a Gehry su carácter innovador y posiblemente visionario, pero alguna vez algún profesor de la facultad me dijo que nada como la sencillez para lograr un buen proyecto, y los proyectos de Gehry son todo, menos sencillos. ¿Es eso un defecto? Ya veremos que dice el tiempo.
Vía: poertas
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